Hoy vengo con una nueva sección dedicada a las excursiones varias que pueda ir haciendo, que aunque sean pocas, algo se puede hacer de vez en cuando.
Aprovechando estos días de puente, el jueves me fui con mi chico y unos amigos a respirar un poco de aire saludable y a mover un poco las piernas por el Volcán de Santa Margarida, el volcán más famoso de toda la Garrotxa.
La mejor época para ir a los volcanes, y sobre todo, a la Fageda d'en Jordà es el otoño, por la evidente coloración de las hojas de todo el hayedo, que es espectacular. Si os gusta caminar sobre las hojas, ¡este es vuestro lugar! Ahora no había muchas, pero en pleno otoño aquello es un mar de hojarasca guapo guapo, te puedes tirar encima y todo.
Subir al volcán es un paseo, a la que andéis 10 minutillos ya encontraréis el cráter, en el cual está la Ermita de Santa Margarida, románica y muy pequeñita. Está cerrada la mayoría del tiempo. No os preocupéis que el volcán está bien dormido, su última erupción data de hace 11.000 años. No le viene ya de esperar un par de milenios más.
¡En una ventana había una calabaza con un Belén!
También podéis ir al volcán de al lado, el Croscat, curioso por poder ver varias capas de lava solidificadas. Nosotros nos pusimos a andar alegremente charlando sobre bolsas de plasma en el espacio y los problemas que conlleva en el sistema de GPS y dimos una buena vuelta por la zona. Comimos unos bocadillos que trajimos de casa, como se tiene que hacer siempre que uno va de excursión, y visto que a las 5 ya anochecía, nos acercamos al pueblo de Santa Pau.
Es un pueblecito pequeño, acogedor y con un bonito centro medieval muy bien conservado y restaurado, ideal para tomarse unos Cacaolats con el frío que hacía. Los gatos que hay por ahí son muy majos, uno se subió al coche con nosotros y todo. Que monada de bicho, seguramente sería de alguna casa de alrededor, porque lo vimos muy tranquilo.
Venga, para acabar esta corta entrada, os voy a poner una comparativa de una foto mía en el volcán cuando tenía 8 años. En esa ocasión sí que había hojas como para enterrarse, de hecho tengo una foto con mi primo en la cual sólo asoman nuestras cabezas. Fue muy divertido, podíamos bajar corriendo haciendo el indio que aquello estaba de lo más mullido, que gustazo. Bien, pues rememorando ese momento, me tiré sobre las hojas, una lástima que hubiera tan pocas:
efectivamente ahora había pocas hojas pero es que tu también has crecido un poco, para taparte se necesitaría un buen montón !!!
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